domingo, 4 de diciembre de 2016

Deseo, Existencia y Monosexismo



"Que las cosas estén en proceso de transformación no es ningún mal, como tampoco es un bien lo que surge a partir de esa transformación"

4.42.1 Marcus Aurelius (meditaciones)

Las orientaciones sexuales hablan el lenguaje del ser, que es un tipo de lenguaje que identifica, define, clasifica, ordena y sistematiza: ¿ Quién eres?, ¿ cómo eres? ¿ de dónde eres? ¿ por qué eres? ¿ cuándo eres? ¿ cuánto eres?, ¿ qué eres?.

A través del lenguaje del ser construimos una esencia que fácilmente puede ser reconocible y taxonomizada. Mediante esta taxonomía podemos discernir una cualidad, una cantidad, un lugar y una modalidad entre otras categorías del ser ya sea entendido como individual o grupal. De esta manera, el lenguaje del ser nos lo pone fácil para saber qué se puede esperar de une misme y de les otres. Esto también nos otorga una posición-en-el-mundo así como cierta tranquilidad ante un caos aparente.

¿ Eres bisexual? ¿ por qué no eres pansexual? ¿ cuándo fue la última vez que estuviste con una mujer? ¿ cuánto tiempo has sido bisexual? ¿ cuánto de heterosexual eres en porcentaje? ¿ serás también bisexual si cambia el género de tu pareja?


Las respuestas que demos a estas preguntas no son meramente descriptivas, son constitutivas ( performativas). Con ello quiero decir que las respuestas que demos a estas preguntas no es que reflejen una realidad dada sino que la respuesta misma crea una realidad a partir de la cual tanto les otres como nosotres mismes esperamos una conducta específica. Por ejemplo, a un hombre que responda que sí a la pregunta “¿eres bisexual?” y que no se acueste con otros hombres se le preguntará además el porqué no lo hace, ya que no estará respondiendo a las expectativas comúnmente adscritas a la identidad bisexual que adopta; incluso él mismo puede llegar a plantearse su legitimidad para identificarse con la etiqueta “bisexual”. Las expectativas ligadas a la identidad adoptada están entre sí concatenadas en una madeja de tal manera que es difícil renegar de una de ellas sin romper con la identidad misma.

El activismo bi identitario lo que hace, en gran medida, es reforzar esa imagen fija de bisexualidad para que las personas bisexuales puedan tener un lugar habitable y reconocible en el mundo con sus paredes, su techo, su chimenea y sus camas. Este tipo de activismo lo que trata de hacer es luchar contra la erradicación monosexista de las personas bisexuales debido a una lógica binaria y opresiva. 


Ya en el 2002, Miguel Arroyo Fernández escribió sobre este problema en su texto “monosexismo y bifobia”:

“En Occidente ocurre actualmente algo bastante intrigante: parece asumirse como algo evidente que los seres humanos somos heterosexuales u homosexuales, categorías que, de acuerdo con la concepción predominante, serían excluyentes entre sí excepto en el caso de unos bichos raros, los bisexuales, que nadie sabe bien quiénes son ni dónde están”.

Contra este “que nadie sabe bien quiénes son ni dónde están” se ha alzado el activismo bisexual normativo en los últimos años visibilizando lo que entienden como realidad bisexual.



El problema es cuando el lenguaje usado para visibilizarse ( el lenguaje del ser) es un lenguaje estático que nos reifica como sujetos y no nos deja salir de los límites del mismo pese a que los límites adoptados puedan ser plurales.
Contra este tipo de activismo me gustaría hacer hincapié en un malentendido generalizado y en gran parte fomentado por un positivismo incuestionado: el que el ser equivale al existir. Porque se puede ser sin existir y existir sin ser, el equiparar el ser al existir puede llevarnos a tener una vida inauténtica que también puede acabar en una alienación y en un nihilismo donde las expectativas sobre la identidad que adoptamos nos pueden constreñir en una asfixia determinista.


Asimilando el existir al ser, el lenguaje del deseo, que es fundamentalmente poético y móvil, se ve reducido a aquellas expectativas de la razón lógico-deductiva que intentan limitar el mundo a parámetros categoriales entendibles y aceptables desde el estatismo del positivismo. Sin embargo, no todes estamos constituides linealmente, parafraseando a Deleuze podríamos decir que no todes somos un árbol con sus raíces su tronco y su verticalidad, sino que algunes estamos cual rizoma que va añadiéndose y transformándose de maneras múltiples e inesperadas.

                                    

La solución que planteo en base de esta perspectiva no es el existir siendo sino el existir estando de tal manera que el énfasis no sea ya el ser, estático e identitario, sino el estar, procesual y circunstancial. Las diferencias entre el ser y el estar que vemos en algunas lenguas neolatinas como el castellano, el gallego, el catalán o el italiano, son inexistentes en las lenguas que han dominado dentro del canon de la historia de la filosofía occidental como el griego, el latín, el alemán y el francés. Por eso, las personas que han desarrollado filosofía en estas lenguas y se han aproximado a la diferencia ontológica representada por el ser y el estar han creado su propio vocabulario y sus propias formas de expresión para indicar dicha diferencia ( el Dassein alemán, la diferencia entre ipse e idem de Ricouer, los aforismos de Nietzsche y Heráclito….)


Sin embargo, esta distinción dentro de la historia de la Filosofía ha sido fundamental porque el estar no permite las mismas preguntas que se le hacen al ser ya que responde a otro plano ontológico. Al estar no se le pregunta “¿ De dónde eres?” ( suponiéndose un origen estático y constituyente) sino ¿ dónde estás? ( que hace referencia a un aquí y a un ahora). Así mismo, al estar no se le pregunta “¿cómo eres? (que es  identitario y clasificador) sino ¿cómo estás? ( que, igualmente, hace referencia a un estado ).
Si para el ser el “de dónde se es” determina el “cómo se es”, para el estar el “dónde se está” determina el “cómo se está”. Esto no es otra cosa que es perspectivismo filosófico, la circunstancia misma sobre la cual Ortega y Gasset escribió en sus meditaciones del quijote.


(diseño de Alfonso Casas Moreno)

En esta línea, la filósofa Maite Larrauri en su libro “el deseo según Deleuze” ( Valencia 2000) nos comenta en referencia a la filosofía de Deleuze:

“Asimismo, cuando asumimos una identidad sujetamos el desarrollo de nuestra potencia de vida a los deseos, a las ideas y a las formas de vida propias de esta identidad (...). El yo personal se alimenta de estos deseos, ideas y formas y no deja que prolifere nada que no esté de acuerdo con esta identidad. Estamos aprisionando la vida… El devenir comienza cuando rompemos las líneas duras del ser.”

El “estar” nos abriría las puertas al devenir deleuziano al que Larrauri hace referencia, un devenir donde no sabes quién eres y en el que tienes que experimentarte en el estar. La aproximación rizomática de Deleuze al deseo rompe con todo el paradigma taxonómico en el cual están encuadradas las orientaciones sexuales, abriendo las puertas a lo que Karen Barad llamó la intra-acción y que se podría ilustrar aforísticamente con la poética frase de Spinoza:  “yo no quiero que creas en mí, quiero que me sientas en ti”.

En un mundo donde el deseo se ha moralizado tanto y donde gran parte del activismo bisexual es apologético: no somos tal, no somos pascual, sí somos tal, sí somos pascual así como reificante, creo que es importante reivindicar el estar como una forma de conectar con un mundo. 



También porque las estructuras de poder y, aquí en concreto el monosexismo, hablan el lenguaje del ser sin entender el lenguaje del estar que no pueden codificar. Se podría decir que, de la misma manera que la taxonomía racial es un producto del racismo y no lo contrario, la taxonomía de lo que entendemos como orientaciones sexuales es también un producto de ciertas estructuras de poder, por ello la etiqueta "bisexual" es  un producto del monosexismo y no anterior al mismo, así como las etiquetas "heterosexual" y "homosexual" son un producto del heterosexismo ( y del monosexismo).  


En un mundo estructurado por el monosexismo lo difícil no es desear según las prerrogativas del monosexismo y el lenguaje del ser, sino romper ese lenguaje y esas prerrogativas mismas y abrirnos a la intra-acción del devenir. Según Spinoza, las personas somos conscientes de nuestros deseos pero ignorantes de las causas que los determinan. Por ello, entender las causas de nuestros deseos, el qué nos atrae y el qué no y el porqué resulta una tarea fundamental para empezar a romper las líneas del ser y abrirlas al estar. 

 
(diseño de Max)

En este proceso resulta importante tomar consciencia del papel que el monosexismo juega en nuestras vidas como estructura de poder y aprender a convivir con él, no ya desde el resentimiento conformista ni desde la negación engañadora sino desde el reconocimiento de que el monosexismo como estructura de poder es parte constitutiva de nuestras vidas y que hemos de buscar la felicidad allí donde nuestro poder transformador rompa con los parámetros identitarios del monosexismo establecidos a partir del lenguaje sistemático, clasificador y jerarquizante del ser y así poder abrir las puertas a una coexistencia constitutivamente intraactiva y colectiva en las diferentes formas del estar.

 
(diseño de babs)

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