jueves, 30 de junio de 2016

Hacia una ontología modal del parecer bisexual



“la confusión es un acto revolucionario”
wuwei

"Τὸ δὲ ὂν λέγεται μὲν πολλαχῶς"
Aristóteles

La bisexualidad es un concepto político que se puede teorizar filosóficamente no ya desde una definición apriorístico-abarcativa para un sector de la disidencia sexo-afectivo plurisexual como la política identitaria reivindica, sino como concepto propiamente abierto a la experiencia vital del estar en un mundo compartido y estructurado por el monosexismo. Dentro de esa experiencia vital puede entrar en juego el aspecto copulativo del ser pero también del estar y del parecer determinando así una existencia múltiple, difracta y desterritorializada de una ontología modal de la bisexualidad.

Desde esta perspectiva resulta interesante hacer una diferencia conceptual entre lo que se entiende por el ser bisexual, el estar bisexual y el parecer bisexual.

Ser bisexual

El ser bisexual hace referencia a una presencia, a una presencia que es determinada por ciertos criterios de inteligibilidad que consecuentemente son erradicados por el monosexismo ya no en un plano material sino simbólico y que vienen determinados por una hegemonía dada.

Cuando me visibilizo como bisexual estoy haciendo un acto político porque mi existencia es política en tanto que cuestiona el paradigma monosexual establecido y la lógica que lo legitima. Cuando me reivindico como sujeto bisexual estoy ligado a un predicado, algo que se dice de esa bisexualidad, algo que define que es el ser bisexual.

 Enunciados tales como que las personas bisexuales no son promiscuas, las personas bisexuales no son viciosas, a las personas bisexuales les atraen dos o más géneros, a las personas bisexuales les atraen las personas independientemente de su género etc son enunciados que dicen algo de ese ser bisexual que lo definen, atribuyen y que lo posicionan en relación  con una estructura de poder que es puesta en cuestión. A la vez tales enunciados refuerzan el sujeto bisexual como sujeto autónomo, pensante, sintiente y es que es de ese sujeto del que se pueden predicar sus atributos, el ser bisexual se reduce a un yo bisexual, yo existo en tanto que sujeto bisexual.

Estar bisexual

Cuando se está bisexual, por el contrario, no se parte sólo del yo sino del encuentro en circunstancia entrando en juego lo que se puede entender como perspectivismo. Cuando digo que soy feliz estoy haciendo referencia a una cualidad del yo, soy una persona feliz, soy un yo feliz mientras que cuando digo que estoy feliz estoy haciendo referencia a unas circunstancias que posibilitan la felicidad de mi yo, el giro interpretativo es substancial porque aunque el punto de llegada sea parecido el proceso es diferente.

Cuando estoy bisexual estoy haciendo referencia a algo que no puedo definir necesariamente a priori, algo que sale de esquemas conceptuales sistemáticos aunque pueda ser teorizado a través de los mismos. Cuando estoy bisexual salgo de mi yo cerrado para encontrarme con el tú, el élle, el él, el nosotrx.

El ser aprisiona al estar en el tiempo cronológico, mientras que el estar se fuga del ser en su devenir no lineal. El ser ama al estar y su inocencia pero el estar no conoce al ser. Ser y estar responden a dos conceptos que dialécticamente constituyen la subjetividad bisexual, ambos son necesarios y ambos son co-dependientes. Pero la bisexualidad tiene también ese carácter performativo ligado al parecer, tercer verbo copulativo que ofrece una línea de fuga que rompe la dialéctica del ser-estar bisexual y la hegemonía del yo.

Parecer bisexual

El “parecer” es siempre dependiente de le otre. No me atrae lo que es bonito o agradable, ni tampoco lo que esté bonito o agradable, me atrae lo que me parece a mí bonito o agradable. Percibo no lo que sea o esté sino lo que se me aparece.

Cuando “parezco bisexual” quizá lo sea quizá no, quizá lo esté quizá no, pero de cualquier manera ese parecer no depende de mí sino del otre, al cual aparezco. 

El parecer es nuestra vía de acceso al mundo de la percepción y a les demás; quizá por ello, no sea exclusivamente cuando soy bisexual ni cuando estoy bisexual cuando creo ese vínculo performativo que da ocasión a la con-fusión entre diferentes modos del parecer bisexual. En ese mundo performativo aparezco y desaparezco en función del instante estético confuso con le otre que también da sentido a ese estar, que da sentido a ese ser, no sentido entendido como dirección sino sentido de sentir, pero sentido que en última instancia también se desvanece para volver a reaparecer en otro instante.

Soy bisexual, estoy bisexual, parezco bisexual, los tres elementos son constituyentes de nuestra existencia, de nuestro devenir y de nuestra performatividad en tanto que reconocida en comunidad. Los tres elementos ponen en jaque los cimientos del paradigma monosexual tomando la con-fusión como acto revolucionario, como acto performativo, en el devenir identitario del ser-estar-parecer.

El parecer nos hace entender que somos parte de comunidades y que nuestra existencia en tanto que intersubjetiva es dependiente de las mismas, del reconocimiento de le otre, pero precisamente por eso mismo el parecer también nos puede negar existencialmente cuando parecemos monosexuales en el encuentro y entonces nuestro ser y nuestro estar se ven afectados. Por eso también es importante la cre-acción de espacios propios donde el ser, el estar y el parecer puedan con-fundirse y donde podamos decir que somos  bisexuales, estamos bisexuales y parecemos bisexuales, y que nuestra existencia es difracta, irreductible, colectiva y orgullosamente confusa.