A ver, piara... hacer LO OPUESTO
NO ES lo mismo que DECONSTRUIR. ¿lo entendemos de una puta vez? - Juanjo
En
estas líneas trato de exponer lo que entiendo por deconstrucción y el porqué
una aproximación al monosexismo desde la deconstrucción puede ofrecer nuevas
posibilidades para recrearnos desde parámetros más empoderadores y placenteros.
Últimamente
oigo y leo usar mucho el término “deconstrucción” o bien para reivindicarlo
como herramienta de lucha o para criticarlo como elemento pernicioso. Sin embargo,
me parece que muchas veces el cómo se entiende el término deconstrucción,
independientemente de su uso, está basado en malentendidos que no responden a
cómo la deconstrucción originariamente fue teorizada por su fundador, Jacques Derrida,
en los años 60. Algunas veces se piensa que deconstruir es reforzar el otro
conjunto de una construcción binaria, cuando realmente eso ayuda a consolidar un
paradigma y no a deconstruirlo; otras veces se piensa que deconstruir es saltar
todo por los aires, cuando eso sería destrucción o abbau, ya que deconstruir
implica destruir y construir simultáneamente; deconstrucción es, ante todo, un
proceso crítico, plural, creador y creativo. La deconstrucción tampoco es un
método como tal sino una forma más de aproximarse a la realidad dentro de
tantas otras que se encuentran dentro del paradigma postestructuralista. Desde
la deconstrucción no se cree que haya una realidad totalmente azarosa e
incongruente, como algunas veces se la ha caricaturizado, ni se sostiene
tampoco que esa realidad sea exclusivamente dependiente de nuestra
subjetividad, ya que eso sería idealismo subjetivo y no deconstrucción. La
deconstrucción entiende, según lo veo yo, que los seres humanos estamos
situados en discursos y no sólo aprehendemos la realidad a través de ellos sino
que también la formamos a través de los mismos. Por el contrario, el pensar que
podemos adoptar una postura neutra, libre de prejuicios, opiniones y valores
ante una realidad externa al sujeto ( lo que la bióloga Donna Haraway llamó “truco
divino”) es en sí una posición subjetiva propia del mundo occidental que
intenta imponer una ideología específica o una forma de ver el mundo ya sea
consciente o inconscientemente. Por ejemplo, la ciencia moderna occidental
positivista opera, en general, con una lógica binaria subdividiendo a la
humanidad en " hombres" y " mujeres". Sin embargo, el
hablar de "hombre" o de "mujer" no es simplemente una forma
de nombrar una realidad preexistente, también puede ser una forma de crear la
realidad misma, o sea que "hombre" y "mujer" no son
meros conceptos descriptivos del lenguaje sino que más bien son conceptos
performativos. El quid en la deconstrucción radica entonces en averiguar qué
mecanismos de poder hay en los procesos genealógicos a través de los cuales
definimos la realidad de esa manera y no de otra y cómo esos procesos van
ligados al lenguaje mismo. Por ello, el hablar de una realidad existente fuera
de nuestra conceptualización de la misma resultaría erróneo dentro de la
deconstrucción como también sería problemático el partir axiomaticamente de
ciertos conceptos sin ponerlos en perspectiva antes, precisamente porque para
la deconstrucción, lo que entendemos por "concepto" es la elaboración
final de un proceso dialéctico y nunca un punto de partida imparcial. Tampoco
la definición de los conceptos podría nunca ser final dentro de una
aproximación dentro del marco conceptual de la deconstrucción ya que habría una
cadena interminable de significaciones que harían del concepto algo “diferidamente
diferente” a través de lo que se conoce dentro de la deconstrucción como
"différance". Por ejemplo, la “boca” sirve para hablar, para comer,
para besar, para tener sexo, para entrar en el metro, es un foco de posible
cáncer etc, es decir, no tiene un significado estable ni un uso completamente
predeterminado, todo depende de otros significados y su relación con los mismos
a partir de ciertas prácticas discursivas. No hay que irse más lejos que al
manifiesto contra-sexual de Preciado para tener una idea de qué se entiende por
différance dentro de la deconstrucción.
Entiendo
que todo esto pueda sonar bastante raro porque implica pensar de una manera
totalmente diferente en relación a la con la que nos han acostumbrado a pensar,
y también entiendo que se cuestione qué uso puede tener la deconstrucción en ámbitos
tan dominados por el positivismo como son las ciencias. Las ciencias ocupan en
muchos aspectos del mundo contemporáneo el estatus de tener la posición de
garantes de la verdad última, universal e indiscutible como antiguamente lo
hacía la teología en el mundo occidental, ello se debe al positivismo que se ha
impuesto en muchas de ellas y no al carácter de las ciencias en sí, como se
suele malinterpretar. El positivismo está basado en la creencia de que existe
una verdad objetiva, que esa verdad preexiste y transciende al sujeto que la
aprehende y que esa verdad puede obtenerse a través de la experiencia sensible
interpretada a través de la razón y la lógica por medio del método científico
que tiene un carácter falsificable y sintético. Esa verdad, en tanto que absoluta
e imparcial en relación con cultura y valores, puede también ser generalizada y
aplicada universalmente a través de leyes. Eso no acaba ahí, porque las
conclusiones de la ciencia, desde esta visión, establecen el estándar legítimo a
través del cual la totalidad de la realidad puede ser entendida y conceptualizada
desmintiendo falsedades. Cuando algo “lo dice la ciencia” es algo que se suele
aceptar, como antiguamente algo se aceptaba porque lo “decía la Biblia”. Sin embargo,
aquí simplemente estamos hablando de dos regímenes de verdad diferentes que
responden a diferentes paradigmas entre los cuales ha habido ( y habrá en
relación con uno nuevo) una ruptura, como escribió el físico T. Kuhn en 1962 en
su libro “la estructura de las revoluciones científicas”. Parece ser que
cuestiones meta-científicas del campo de la filosofía de la ciencia relacionadas
con qué es objetividad científica, qué es conocimiento, cómo se produce ese conocimiento,
qué es la realidad, qué métodos usamos para entender esa realidad, cuales son
los fundamentos y las implicaciones de la ciencia, qué sesgos etnocentricos hay
en la misma y cual es el fin ultimo de la ciencia, no son planteadas
rigurosamente en estudios de ciencias, haciendo que haya una falta de
meta-reflexión y de consciencia de la terminología y metodología. Por ello, la
ciencia lo que hace en muchos casos es perpetuar un sistema de valores y unos
conceptos que son anteriores a ella misma. Por ejemplo, la ciencia occidental
contemporánea ha invertido una gran cantidad de esfuerzo en entender las patologías
sexuales, las desviaciones sexuales, las condiciones sexuales y, por último,
las orientaciones sexuales diferentes a la heterosexualidad. Sin embargo, los
términos usados como puntos de partida, como la “bisexualidad” no es que sean algo
natural sino creaciones discursivas como expresó Foucault en sus tres volúmenes
de su historia de la sexualidad.
Pese
a todo, no hay que olvidar que los orígenes mismos de la deconstrucción están
en la lógica difusa, en la mecánica cuántica, en la teoría del caos y en otros
paradigmas científicos que cuestionaron la hegemonía del ego cogito de Descartes,
el desarrollismo teleológico de Compte o la física tradicional de Newton. El
padre de la mecánica cuántica, Niels Bohr, escribió ampliamente a principios
del siglo XX contra ese cienticismo positivista al que he hecho referencia. Hoy
en día hay personas que son científicas que elaboran teorías pioneras dentro de
la deconstrucción siguiendo a Bohr, como la física Karen Barad. Sin embargo, el
positivismo todavía tiene una posición que podríamos llamarle hegemónica en
algunos campos como en la mayoría de las ciencias pero también en ciertas ramas
de la filosofía, la historia, la sociología, la arquitectura etc. En esos
ambientes a las personas que partimos de un paradigma anti-positivista o postestructuralista
siempre se nos ha tachado de no ser rigurosas, precisamente porque el paradigma
presupuesto y compartido hegemónicamente por defecto suele ser el
positivista. Ello conlleva a un alto grado de presión y de violencia simbólica
epistémica contra las personas que no compartimos ese paradigma, que es difícil
de explicar a quien no la viva. Para hablar un poco de bisexualidad, que es
sobre lo que este blog trata, creo que es importante que pensemos, aquellas
personas que estemos en esa doble posición de activistas y académicas, el cómo
las elecciones y las prioridades en proyectos de investigación pueden contribuir en perpetuar una opresión o
no. Por ejemplo, el relativo poco interés de tratar la bisexualidad en el mundo
académico responde a una ideología debido a la cual lo que " llegamos a
saber" está muchas veces seleccionado de antemano ya que los conceptos con
los cuales trabajamos responden a una construcción discursiva específica que establecen
una trayectoria de investigación ya predeterminada como hemos visto en el caso
de las “orientaciones sexuales”. En ese sentido, la deconstrucción puede ser
muy valiosa al no dar por hecho el mundo que nos rodea, cuestionando a través
de una perspectiva crítica y estructural nuestra propia forma de concebir ( es
decir, de crear y entender simultáneamente) ese mundo. La deconstrucción,
entendida en su forma original, siendo una critica de estructuras jerárquicas y
binarias y sus correspondientes regímenes
falogocéntricos de verdad que adquieren un estatus solamente erradicando otras
posibilidades que devienen en lo inexistente, puede ser un instrumento muy
poderoso para combatir el monosexismo y sus intersecciones tanto en
el campo personal como en el campo académico. wuwei escribió que el
paradigma de la “orientación sexual” es de por sí monosexista (https://reflexionesdegeneradas.wordpress.com/tag/orientacion-sexual/
), la trampa es entonces que si
investigamos dentro de las reglas que ese paradigma ha establecido sin
cuestionarlas no habrá más cabida que la de reproducir el monosexismo y las
personas bisexuales siempre seremos una intersección de los únicos conjuntos
ontoepistemológicamente posibles. Por ello yo reivindico el uso correcto de la deconstrucción y espero que con este
texto haya contribuido, en lo buenamente posible, a que se entienda qué es lo
que las personas que tenemos una aproximación deconstructivista de la realidad
nos traemos entre manos y el porqué la deconstrucción, en asambleas, en
manifiestos, en el ámbito académico, en ciencias y en letras y también en el amor y la amistad resulta
fundamental como herramienta para combatir el monosexismo y para tener una vida
más feliz.
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