viernes, 5 de septiembre de 2014

Repensando y Contextualizando el Monosexismo Dentro de una Praxis Política LGTB



Por Miguel Obradors

Transcripción al Castellano de la ponencia realizada en BiReCon IV ( la cuarta conferencia académica internacional sobre Bisexualidad).

Leeds, Gran Bretaña, 31 julio 2014.

Transcripción al Castellano

*Aviso de seguridad: Este texto utiliza el masculino como genérico.

Buenos días a todo el mundo.

Me vais a perdonar que no haya elaborado una power point como mis colegas, pero sé que mis pensamientos y posturas cambian continuamente y después de todos los inputs que he recibido de las ponencias anteriores pues os voy a improvisar una versión reelaborada de lo que tenía planeado[1].

En primer lugar, me gustaría agradecer la gran labor elaborada por Kaye en la coordinación de este BiRecon así como los esfuerzos que tanto Meg John, Cristina, Helen y tantas otras personas habéis hecho en el pasado para que juntos podamos celebrar estos BiReCon y así poder intercambiar puntos de vista  y actualizarnos sobre otros estudios académicos elaborados dentro del campo de la bisexualidad como disciplina académica.

Tenemos que tener siempre presente el hecho de que las personas que investigamos sobre bisexualidad pertenecemos a una comunidad epistémica amenazada.

Por ello, necesitamos superar nuestro aislamiento y establecer puentes entre nosotros,  y precisamente por eso resulta necesario llegar a entendernos mutuamente y conocer nuestras respectivas necesidades, deseos y experiencias de las cuales partimos.

A la sazón de lo cual hago referencia en estos momentos al concepto  de “Ecología del Saber” elaborado por el sociólogo portugués, Boaventura de Soussa Santos. La  Ecología del Saber revaloriza las epistemologías del mundo mayoritario o también llamadas epistemologías del sur, estableciendo las condiciones de posibilidad por las cuales un diálogo basado en el respeto y la reciprocidad entre las epistemologías del sur y las epistemologías del norte, o del mundo minoritario, puede ser llevado a cabo.

En la estela de esta idea, de este sentir, quiero que me acompañéis durante los breves minutos que dispongo a continuación.

Como podéis oír, hablo con acento foráneo, soy una voz del sur. En España, que es mi lugar de origen, utilizamos, en algunas ocasiones, otro vocabulario diferente al utilizado en el Reino Unido al hacer referencia a la bisexualidad. Por ejemplo, en España utilizamos substancialmente en mayor medida el término “monosexismo” que en el Reino Unido, pero también que en la mayoría de  la Europa continental donde existen lugares, como por ejemplo Escandinavia, donde tal término es prácticamente desconocido, salvo en círculos muy reducidos.

No sólo en España utilizamos bastante el término monosexismo, sino que también en otros países hermanos de habla castellana como por ejemplo, Argentina, donde nuestras compañeras y compañeros de esas latitudes desarrollan un activismo crítico que es referente ineludible para todo el mundo hispanohablante.

También en España utilizamos otros términos que son menos utilizados en Europa continental así como en el Reino Unido como, por ejemplo, pansexualidad, polysexualidad, omnisexualidad, skoliosexualidad o plurisexualidad.

Nuestros idiomas son diferentes, nuestras circunstancias políticas, sociales, culturales, económicas e históricas son diferentes y, en consecuencia, nuestra manera de entender nuestra diversidad afectivo sexual también es diferente.

En esta ponencia hablo como investigador pero también como activista. Estoy co-editando un libro sobre no monosexualidades que se va a publicar en Castellano. En él participan muchas personas del mundo hispanohablante, pero también hay personas aquí presentes como por ejemplo, Meg John y Christian que estáis contribuyendo como investigadores externos en el mismo con contribuciones muy innovadoras[2]. Mi colega Isabel, aquí presente también, ha elaborado igualmente un capítulo muy interesante para el libro que nos hace replantear ciertos esquemas epistemológicos que damos por hecho, esos esquemas tan aferrados al concepto de lebenswelt Husserliano.

A continuación, os voy a presentar mi propio capítulo donde planteo una nueva aproximación al problema del monosexismo. Una aproximación desde fundamentos onto-epistemológicos  postestructuralistas en la línea de la ponencia de Helen, pero también dentro de una tradición importante dentro de estudios sobre bisexualidad como, por ejemplo, aquella que señala la obra referencial “espacios bisexuales” de Claire Hemmings.

Permitidme expresaros mis dudas y recelo acerca de las bases sobre las cuales está construida la política identitaria bisexual. Si tenemos como referencia los estudios feministas veremos que hay corrientes feministas que cuestionan tanto como sujeto como objeto del feminismo el concepto “mujer”, poniendo en su lugar énfasis en el sexismo y la opresión patriarcal. Una mujer no es necesariamente feminista y el feminismo no concierne exclusivamente a las mujeres ni la opresión patriarcal ni el sexismo afecta exclusivamente a las mujeres. Por analogía, quiero enfatizar que no por ser bisexual se deja necesariamente de ser bífobo o reproducir planteamientos o formas de pensar y sentir monosexistas. Una cosa es ser bisexual y otra muy distinta, activista crítico bisexual, el monosexismo nos transciende y constriñe a todos, aunque ciertamente privilegia a algunos. Tiene ese doble rasero. Por ello, los estudios sobre bisexualidad, como todo los estudios críticos, nos adentran en un terreno equívoco donde contradicciones, paradojas e, incluso, enfrentamientos fluctúan.

Por todas estas complicaciones que he esbozado entiendo que es importante entender el monosexismo desde una perspectiva de interseccionalidad. Hago aquí una referencia directa a los puntos al respecto que Helen ha mencionado en su ponencia anteriormente, pero también a la idea de transversalidad.

¿ Qué es el monosexismo?

Como dice Siri Eisner en “notas para una revolución bisexual”, el monosexismo no es una cuestión meramente personal sino estructural. Y aquí nos podemos adentrar de lleno en las diferencias entre una política liberal bisexual y una política revolucionaria, las cuales no voy a tratar en estos momentos.

No es lo mismo el monosexismo que la bifobia. Se podría decir que si la bifobia es la punta del iceberg, el monosexismo es su base. Meg John, Cristina y Helen,  si me acuerdo bien, en el informe sobre bisexualidad decís que la bifobia es un comportamiento, actitud o una emoción contra las personas bisexuales[3]. Estoy de acuerdo con tal definición como definición de bifobia, pero el monosexismo es otra cosa. El monosexismo tampoco depende del heterosexismo o es derivación del mismo, como he visto en numerosos textos en el JoB ( Journal of Bisexuality). Si el heterosexismo supone una jerarquización ontológica entre las dos monosexualidades el monosexismo implica una negación ontológica de toda sexualidad no binaria. Esto no quiere decir que el monosexismo y el heterosexismo puedan actuar interseccionalmente, de hecho lo hacen en la mayoría de los casos.

Si os viene in mente el modelo de la zona del ser y la zona del no-ser de Fanon pues la bisexualidad está completamente fuera de ese modelo, es impensable. La bisexualidad está allende de lo que llama Boaventura de Soussa Santos “la línea abisal”, es decir, la bisexualidad no existe, a eso es lo que me refiero cuando subrayo la negación ontológica de la bisexualidad. Kenji Yoshino hizo en su obra una alusión al contrato epistemológico de negación epistemológica de la bisexualidad. Yo creo que ese contrato va más allá, va a una negación ontológica.

En base a esta idea podemos entender todos los prejuicios bífobos que proliferan por ahí. Por ejemplo, si la bisexualidad no existe entonces, necesariamente una persona que se declara bisexual está confusa deambulando de una monosexualidad a otra, o está en una fase, yendo de una monosexualidad a otra o es promiscua saltando de una monosexualidad a otra. No obstante, en la base de estos prejuicios lo que palpita cual magma es un sustrato que apunta a esa negación ontológica de la bisexualidad a la cual he hecho referencia.

El reducir el monosexismo a actitudes o prejuicios personales resulta altamente engañoso. Es engañoso porque no tiene en cuenta toda la complejidad de la opresión monosexista, es engañoso porque entiende de una manera muy simplificada como el poder actúa, es engañoso porque psicologiza y personifica las actitudes discriminatorias y es, en definitiva, , engañoso porque no tiene en cuenta toda la opresión estructural que es ejercida en las democracias occidentales de corte liberal, donde no solo el monosexismo sino también el racismo, el capacitismo, o el sexismo, por citar unos cuantos ejemplos, ploriferan de una manera estructural a través de nuestras normas, valores, símbolos y demás aspectos tangibles e intangibles que estructuran la sociedad.

¿ Por qué tiene el monosexismo tanta fuerza?

Mi idea es que el monosexismo no es intencional sino funcional o si lo preferís, operacional, como ha mencionado anteriormente Isabel en su ponencia sobre las diferencias entre aquellas categorías ontológicas y operacionales que usamos para acercarnos al mundo en el cual existimos. Aquí podría introducir el concepto de Bordieu de “habitus” como  estructura de la mente que se caracteriza por un set de esquemas adquiridos, sensibilidades, disponibilidades y gustos que no podemos controlar como agentes, pero quizá mejor no complicar mi hilo argumentativo, aunque estaría bien retomar este punto en otro momento.

El filósofo José Ortega y Gasset, mencionó en su obra “meditaciones del Quijote” que somos nosotros y nuestra circunstancia y si no las salvamos a ella tampoco nos salvamos a nosotros. En ese texto, Ortega y Gasset introdujo el concepto de intersubjetividad no necesariamente entendido entre dos sujetos apriorísticamente atomizados sino entre un sujeto y una comunidad y es que necesitamos esa comunidad para existir. Empero, si esa comunidad nos niega ontológicamente ¿qué alternativas quedan?

Muchas personas bisexuales desarrollan lo que du Bois llamó “doble conciencia”. Las personas que sufrimos las consecuencias nefastas del monosexismo sabemos cómo somos leídas a través del monosexismo pero también sabemos como nos leemos a nosotras mismas y que cómo nos leen y cómo nos leemos no se corresponden en muchos casos a lo mismo. La “doble conciencia” y el sentimiento nihilista de aislamiento que produce  la misma es una de las causas principales de las horrendas estadísticas sobre salud mental y tasa de suicidios que tienen las personas bisexuales como indica el estudio sobre bisexualidad de BiUk y el estudio sobre bisexualidad elaborado por la comisión de derechos humanos de San Francisco.

¿ Cómo combatir el monosexismo?

En los siguientes minutos me voy a  centrar más en una praxis política que en un análisis descriptivo, o si lo preferís normativo, del concepto de monosexualidad a diferencia de mis palabras anteriores.

Baltasar Gracián en su Criticón nos introdujo a todos el concepto de desengaño. “Des-engañarse” es un término de difícil traducción al Inglés. Se podría traducir como “un-mislead yourself” o “un-deceive yourself” de una manera aproximativa aunque no del todo correcta. Para llegar a ser una persona, según Gracián, hemos de pasar por todo un periodo de desengaño. Así, las personas bisexuales hemos de desengañarnos, deconstruir y des-aprender muchas cosas para así poder entendernos desde nuevos parámetros, desde parámetros que sean más posibilitadores y que nos ayuden a crecer y construir de una manera diferente. Tenemos que luchar el engaño del monosexismo a través del desengaño. El desengaño nos produce también un ansia existencial ya que las bases sobre las cuales nuestra vida habían sido construidas se tambalean al descolonizar nuestra mente. Por ello necesitamos de una comunidad que nos apoye.

Muchas personas bisexuales buscan apoyo y coordinan su activismo dentro de un contexto LGTB. Pero muchas de nosotras tenemos experiencias dolorosas dentro del activismo LGTB que indican falta de respeto y reconocimiento  hacia nuestras realidades. Tales experiencias también pueden estar entremezcladas con una reafirmación personal y un sentimiento de felicidad, muchas veces el sabor que nos deja en la boca el activismo en organizaciones LGTB es oximoronicamente agridulce.

Uno de los problemas principales del activismo dentro de organizaciones LGTB es el de priorizar la discriminación directa a la opresión simbólico-estructural. Muchas personas bisexuales sufrimos opresión simbólico-estructural que resulta intangible y, por lo tanto, no tenida en cuenta dentro del activismo LGTB.

Por otro lado, dentro del activismo LGTB podemos ver que el referente principal es el heterosexismo, pero no hemos de olvidarnos que el sexismo, el cisexismo y el monosexismo  también son elementos fundamentales a tener en cuenta dentro de una política crítica LGTB que tiene en cuenta y respeta a todos los grupos minorizados que dice representar.

En la línea de la investigación actual de Christian me gustaría hacer una referencia a las propuestas de Nancy Fraser sobre una política del reconocimiento, sobre las cuales la ponencia de Christian se va a basar. Dentro de una praxis política LGTB es importante tener en cuenta que los recursos disponibles de una determinada asociación han de redistribuirse equitativamente entre todos sus grupos. También es importante que haya una representación equitativa de todas las realidades.  Aquí me refiero a los conceptos de redistribución y representación a los cuales se refiere Fraser.

Sin embargo, para llegar a esa redistribución y representación a las que me estoy refiriendo es fundamental que haya un reconocimiento. Si no hay un reconocimiento de la realidad de las personas bisexuales, de la opresión que sufrimos o de nuestra existencia es difícil que haya una redistribución de los recursos de una manera equitativa y es difícil evitar la cosificación o el tokenismo, al cual vemos que son sometidas muchas personas bisexuales. La cosificación o el tokenismo hace referencia a que solamente de una manera simbólica se incluye a las personas bisexuales, más bien en la línea de la farsa que de realizar cambios estructurales.

¿ Qué soluciones podemos plantear?

Aquí es donde quiero volver a las palabras con las que introduje esta ponencia y al espíritu sobre el cual la misma está basada. Hemos de revalorizar las epistemologías del sur, las epistemologías del mundo mayoritario, para romper con paradigmas y establecer nuevas reglas de juego. Todos sabemos aquí que es difícil adoptar nuevas posturas de corte epistemológico que difieren de aquellas que actualmente utilizamos. Por ello soy consciente yo mismo que lo que planteo no está libre de retos, retos que hemos de asumir como comunidad.

Por ejemplo, planteo que tengamos en cuenta desde una perspectiva de reconocimiento el concepto africano de Ubuntu. Yo existo porque tú existes. Yo existo a través de la comunidad, para así poner en cuestión el discurseo liberal occidental de derechos humanos que parte del modelo competitivo de derechos atomizables y la costumbre de interferir de manera invasiva en la vida de otras personas que son subalternizadas en relación a ciertas normas y estructuras de poder que reproducimos inconscientemente. Si yo existo porque tú existes, tu existencia y el reconocimiento de la misma por mi parte me enriquece y hace crecer y me hace existir. He mencionado el término Ubunto pero también podría haber citado a Lévinas, hay posibilidad de puente entre las diferentes tradiciones epistemológicas del mundo. En relación con esta idea, se podría también mencionar el concepto de Ummah de la filosofía islámica, el concepto de comunidad basado en una solidaridad allende fronteras.

Pero no solo podemos aprender de nuevos modelos de solidaridad o reconocimiento del mundo mayoritario, también podemos aprender de sus formas de pensar, de entender el mundo de sus epistemologías. Por ejemplo, podemos aprender de la lógica de la relacionalidad del mundo andino, tan vinculada con la lógica difusa donde A puede ser B, de esta manera poniendo en cuestión todo el entramado metafísico occidental basado en el principio del tercero excluído como planteado por Aristóteles en su libro séptimo de la metafísica. De la misma manera que menciono la lógica andina también puedo mencionar la lógica india de los círculos catuskoti y tantas otras.

Encima de todo esto podemos tener en cuenta la idea aymara del “buen vivir” o Suma Qamaña, en contra del desarrollismo teleológico bipolar y unidireccional en el cual nos ha sumergido la metafísica occidental y del cual se alimenta tanto el monosexismo, o la idea de la identidad Che’je o “manchada” en América en tanto que identidad híbrida que va en contra del modelo institucional “mestizo” en el cual se ven combinadas dos identidades yuxtapuestas que están en continua guerra. La identidad che’je supone una convivencia orgánica y en harmonía supone una superación del binarismo.

Tenemos mucho que aprender de otras escuelas dentro de la teoría crítica como, por ejemplo, los estudios sobre el racismo y la crítica a la hegemonía blanca, el feminismo, los estudios desarrollados dentro de la teoría crip en contra del capacitismo y un largo etcétera. Es importante que abramos nuestras puertas dentro de los estudios sobre bisexualidad a otras formas de pensar, a otras formas de pensarnos e incluso, me atrevería a decir, a otras formas de sentirnos en base a la idea que el filósofo vasco Xabier Zuribi entendió como razón sentiente.

Razón y sentimiento, pero también es importante que recordemos la fuerza de los sueños, de nuestras ilusiones, de nuestras fantasías, en definitiva, de lo onírico y de lo imaginativo no entendido como mera mímesis sino entendido como einbildungskraft o fuerza creadora. Como dijo Diego Torres de Villarroel,  nuestros sueños pueden ser fuente de aprendizaje. En base a esta idea, podemos tender un brazo al ecofeminismo y su creencia en otros mundos, en otras utopías que no existen necesariamente fuera de este mundo sino que pueden incluso ser su mismo motor. Y en esa idea de utopía realmente es donde quiero acabar esta ponencia, concretamente con la idea de hetero-topía , ese lugar diferente  al cual pertenece la bisexualidad y el cual estamos construyendo estos días como zona autónoma de libertad, concepto interesantísimo que Helen ha comentado en su ponencia.

Estos días estamos haciendo realidad esa utopía, una utopía que cobra toda su fuerza precisamente por algo que no hemos de olvidar y a lo cual María Zambrano aludió en su gran obra Poesía y Filosofía, en la cual la maestra nos enseña y no hemos de olvidar que toda la fuerza de la utopía reside precisamente en su belleza y esa utopía la construimos aquí todas las personas presentes embelleciéndola desde nuestra diversidad.

Muchas gracias por vuestra atención[4].

Preguntas/comentarios

1)    ¿Crees que sería útil entender lo que planteas desde una perspectiva de continuum?

Respuesta:  No sé exactamente a lo que te refieres, ¿si es el entender la sexualidad en la línea del pensamiento de Braidotti/Deleuze?[5] El caso es que, como Isabel ya ha mencionado en su ponencia, podemos entender las categorías que usamos como ontológicas u operacionales. Yo prefiero que las entendamos como operacionales. Sí, podemos entender la bisexualidad dentro de un continuum, ¿pero de qué continuum estamos hablando? Volvamos de nuevo a un plano ontológico. Si en los extremos de ese continuum, tomemos como ejemplo el modelo de Kindsey, situamos dos monosexualidades que percibimos como incuestionables no estamos subvertiendo el monosexismo sino reeforzándolo. Yo creo que si la idea de continuum es útil y nos sirve para entender algo, está bien que la usemos, siempre con ojos críticos claro está, por ejemplo. No obstante, creo que es importante que en el fondo recordemos que las categorías que usamos no quieren decir nada fuera de los significados que nosotros queramos adscribirles, son ficticias si me permites tal forma de calificarlas y aquí vuelvo de nuevo a la ponencia de Isabel.

2)    No estoy de acuerdo en la diferencia que haces entre heterosexismo y monosexismo, para mí son interdependientes y no se pueden entender separadamente.

Respuesta: Si quieres podemos hacer una disputants sobre el tema[6]. Yo lo que creo es que el monosexismo implica una negación ontológica de todo aquello que está fuera del pensamiento monosexual mientras que el heterosexismo no supone esa negación ontológica necesariamente sino el privilegiar una identidad sexual frente a otras. Por ejemplo, el pensamiento heterosexista no niega a la homosexualidad pero la pone en la base de una escala jerarquizada. No obstante, la postura que planteas es la mayoritaria dentro de los estudios sobre bisexualidad y la mía la minoritaria, y soy consciente de ello. También quisiera añadir que en la mayoría de los casos el heterosexismo y el monosexismo se enmarañan, haciendo una bola que es difícil de deshilar, pero ahí entramos en cuestiones de intersección más que interdependencia, creo yo.

3)    ¿ Podrías explicar las diferencias en Castellano entre “ser” y “estar” y sus implicaciones para entender la bisexualidad?

Respuesta: Sí, es un tema interesante e importante, gracias. Generalizando, se podría decir que en Castellano, “ser”  se refiere a condiciones estables o a una especie de esencia mientras que “estar” a condiciones temporales o a una narrativa. Por ello mismo, desde una perspectiva monosexista la monosexualidad está en el terreno del ser mientras que la bisexualidad en el terreno de estar; todo ello alude a lo que he mencionado en mi ponencia sobre la negación ontológica de la bisexualidad y la representación de la misma a través de categorías monosexuales a fin de garantizar su “ser”. En ese sentido la bisexualidad es una orientación sexual que adolece. El Castellano se difiere de otras lenguas como, por ejemplo, las germánicas donde podemos ver que en el alemán “ist”, el inglés, “is”, el danés “er” o el sueco är se refieren tanto a ser como a estar, lo cual no pasa en lenguas latinas, aunque hay diferencias substanciales entre las mismas también. ¿ En Italiano cómo es la cosa, Chiara?

Chiara: En Italiano es más o menos igual que en Español, pero las diferencias entre ser y estar son menos marcadas.




[1] Risas del público
[2] Función vocativa
[3] Función vocativa
[4] Aplausos
[5] Hay gente que asiente con la cabeza.
[6] Risas

lunes, 28 de julio de 2014

ActiBismo Liberal Versus ActiBismo Radical



- Dos modelos diferentes de activismo bisexual dentro del estado español -

Aviso de seguridad: Texto escrito en masculino como genérico

Sería totalmente incongruente y reduccionista el pensar que el activismo bisexual es monolítico y uniforme. Dentro del activismo bisexual, como dentro de cualquier tipo de activismo, podemos ver diferentes tipos de ideologías y tradiciones que en algunos puntos se pueden llegar a solapar pero también enfrentar, por ello es necesario entender el activismo bisexual no desde una perspectiva de uniformidad y armonía sino desde una perspectiva de lucha y cambio, también internos.

A la conclusión que he llegado después de tantos años de activismo, es que una de las causas principales por las cuales seguimos discutiendo en círculo temas que afectan a las personas bisexuales, desde hace muchísimos años, es que el activismo bisexual liberal ( o de la tolerancia) es y ha sido coparticipe de la reafirmación y reproducción de un sistema estructural monosexista.

Las élites que están dentro del activismo bisexual institucionalizado han sabido muy bien interiorizar y reproducir un discurso monosexista para así poder ser reconocidas y aceptadas por el poder factico mononormativizante. El monosexismo, como todas las estructuras de poder, al convertirse en sentido común ha podido ser referente incuestionado de una agenda monosexista enmascarada de múltiples formas.

En diferentes organizaciones, grupos y proyectos donde he estado involucrado me he dado cuenta de que las primeras en ponerte la mordaza y boicotearte han sido aquellas personas bisexuales que han tenido intereses específicos invertidos en los contextos que he mencionado o aquellas que no han llegado a un análisis elaborado de las causas y efectos del monosexismo, lo cual no les ha inhibido en absoluto, sus ansias de ocupar posiciones de poder desde la incompetencia más absoluta. En la mayoría de los casos estas dos posturas, intereses personales y falta de entendimiento de cómo funciona el monosexismo, se entremezclan.

La gran activista bisexual Elena Marcos en su elocuente charla sobre activismo bisexual bajo el epígrafe Bisexualidades: realidades (des)legitimadas en el espacio público ( UAM 2012) hizo una analogía muy iluminadora a través de la cual explicó que no es lo mismo ser bisexual que activista crítico bisexual, como no es lo mismo ser mujer que mujer feminista. Alguien se imagina a Ana Botella y Esperanza Aguirre como cabezas de alguna organización feminista? Pues exactamente ese es el problema que veo dentro del activismo bisexual liberal a Ana Botella dirigiendo organizaciones feministas y poniendo la zancadilla a todas las personas feministas que se ponen a su paso, mientras que sus compañeros varones de organización la vitorean y se enorgullecen de pertenecer a una asociación feminista y que vela por los intereses de las mujeres.

Entre todas las calamidades del activismo liberal bisexual, las más penosa de todas es la que aúna políticas liberales con políticas identitarias y olvida que el problema principal está en un plano estructural más que en un plano identitari, siendo el segundo consecuencia del primero. La falta de reconocimiento de las personas bisexuales se debe al monosexismo pero no por reafirmar una identidad bisexual se rompe, necesariamente, el monosexismo como no por reafirmar una identidad homosexual se rompe, necesariamente, con la homofobia. Como ejemplo paradigmático tenemos toda la basura esparcida por el Pink Wash o el capitalismo rosa.

Por ello, creo que el activismo identitario puede ser muy peligroso y contraproducente hacia las propias personas bisexuales si es gestionado de una manera mala y desde la arrogancia del poder hegemónico.

En un contexto LGTB, uno de los errores más corrosivos que he visto en diferentes organizaciones ha sido la idea de falsa solidaridad. Es decir, la idea de una solidaridad unidireccional que no es entendida desde una perspectiva de reciprocidad. Ante tal panorama, las personas con privilegios monosexuales sí pueden expresarse o cometer acciones invasivas u opresoras hacia las personas bisexuales bajo el amparo de la perpetua ignorancia, mientras que a las personas bisexuales se las exige ser solidarias y comprensivas y, sobre todo, no expresarse de una manera poco cortés que rompa con las expectativas de las reglas del juego de clase media que reinan dentro de la mayoría de los contextos LGTB. No alces la voz, no digas improperios, sé empático etc. Esta presión he visto que es perpetuada por personas monosexuales y por personas bisexuales que no quieren romper el buen rollito con el sistema de patronazgo monosexual donde el gamonalismo y clientelismo florecen. Todo ello lleva a políticas de dependencia donde se presupone que el oprimido ha de educar al opresor y comerse toda la mierda que al opresor se le ocurra soltar. Paso a paso, sé tolerante, ten paciencia. Y así pasan las horas los días y las décadas. Hasta que las personas se queman. Curiosamente las personas que más se queman son las personas que llevan a cabo activismos críticos ya que aquellas que llevan a cabo activismo de corte liberal siguen, sin problema, al pie del cañón o, más bien, colgadas de la parra necesitando más ellas mismas el activismo que el activismo a ellas. Un texto muy interesante y conmovedor al respecto ha sido publicado recientemente por el gran activista Josito Cabrera en su blog La Radical Bi.

Sin embargo, el activismo liberal bisexual no actúa simplemente por intereses personales, también puede partir de la idea de que la sociedad es buena y que simplemente hay que educarla para que nos acepte como somos. Es decir, el activismo liberal bisexual no es simplemente egoísta, también es profundamente ignorante. Dentro de esta idea defendida por el activismo bisexual liberal hay una falta absoluta de un análisis estructural de cómo las estructuras de poder se retroalimentan y legitiman en la sociedad y cómo nosotros, como parte de la sociedad, somos copartícipes de las mismas. El monosexismo, como estructura de poder, estructura a la sociedad, es decir, el monosexismo ( junto a todas las demás estructuras de poder) es condición de posibilidad de la sociedad, es causa y no efecto de la misma. Desde esta visión puedo afirmar que el monosexismo es inherente e inseparable a todas las normas, valores, símbolos y narrativas que tenemos en la sociedad y por ello lo reproducimos de una manera inconsciente. Por ello se podría decir que la fuerza del monosexismo no es intencional sino funcional. En relación con esta idea está el activismo radical bisexual que defiende la idea de que la sociedad misma es el problema y para cambiar las cosas hace falta una revolución, como expresa Siri Eisner en Notas para una revolución Bisexual.

Volviendo a España, la autora, Isabel Portero, ha planteado un modelo de la sexualidad humana donde podemos ver que nuestras orientaciones sexuales responden a una narrativa donde las identidades sexuales llegan a ser aquello con lo que nos identificamos en un momento dado de nuestras vidas no siendo, en absoluto, una taxonamía congénita que nos acompaña de una manera errática a lo largo de nuestras vidas.

Esta teoría de Portero es apoyada por la mayoría de las teorías progresistas de corte constructivista que abogan por un enfoque más basado en procesos de subjetivación que en encasillarnos en cárceles sin puertas ni ventanas véase Foucault, Butler,  Bared, Braidotti, Ahmed y tantos otros.

Dentro del activismo crítico bisexual en España podemos ver contribuciones extraordinarias en esta misma línea que crean una especie de conjunto epistemológico que puede servir de un referente común. Así, el activista Xurxo Magaz desde una perspectiva anti - identitaria dio completamente la vuelta al foco epistemológico dentro de los estudios sobre bisexualidad al defender en su ponencia con Elena Marcos en el 2012 que los puntos nodales de unión del activismo bisexual deberían estar basados en un sentimiento común de opresión más que en una construcción identitaria ontológico-esencialista sobre el ser bisexual. Es decir, lo importante no es el reivindicar una identidad bisexual unívoca y universal sino el pensarnos a través de una opresión común caracterizada por el monosexismo, sus intersecciones y sus formas de subjetivación.

En el agón entre el activismo crítico bisexual y el activismo liberal yo me sitúo dentro del activismo crítico, al cual también denomino activismo queer ya que no entiendo queer como una identidad sino como una ideología contra la opresión estructural sexo-genérica/de orientación sexual y sus intersecciones. El activismo crítico bisexual suele ser menos visible que el liberal porque se mueve en otros ambientes totalmente distintos. Así la asamblea Transmaricabollo del 15 M no se ha topado en sus enfrentamientos con activistas bisexuales liberales sino con activistas bisexuales críticos que han cuestionado el monosexismo en el cual está embadurnada toda esta asamblea desde sus orígenes y que de una manera fétida la acompaña cual sombra. De la misma manera podemos ver en fanzines de corte anarquista como el R.E.I.N ( Revista Extraordinaria Invertida Naúfraga Anti Todo) textos referenciales para el movimiento bisexual crítico como el Manifiesto Bicioso escrito por Mia Farrow Biciosa y Mononoke o los blogs Reflexiones Degeneradas , Puta Enfermera, Étika tomate, Ni Queer ni LGTB ( Lille Skvat), aBIrtzaladas, el ya mencionado La Radical Bi , Cuestiones Genéricas y tantos otros.

Según mis experiencias, el activismo crítico bisexual está bastante presente dentro del estado español, mientras que en la mayoría de los demás países europeos reina el liberal, quizá con la excepción de Polonia y el Reino unido.  Sin embargo el activismo bisexual liberal también está presente dentro del estado español.

Por ejemplo, sectores dentro del activismo bisexual liberal han celebrado recientemente que un tal Travis Mamone en un artículo sobre dos entrevistas concedidas al actor Alan Cumming y la actriz Anna Paquin ( serie True Blood) deja claro que el casarse con una persona de género contrario no anula tu bisexualidad. La cita y el interés por la misma me deja perplejo, sobre todo al estar seguida de una defensa apologética del ser siempre bisexual.  

Aun entendiendo que, en un determinado momento, haya la necesidad de reafirmar una identidad que es negada y/o eliminada como lo es la identidad bisexual, creo que a partir de un momento el hacer un activismo que celebra con confeti y piñata que existimos o que nuestra orientación sexual no cambia por nuestro estado marital trivializa la lucha contra el monosexismo y todos los problemas estructurales que sufrimos. Tal tipo de activismo lo entiendo en la línea del activismo que usa esloganes somos normales, no somos promiscuos y tantos que para mi resultan tan vomitivos como problemáticos porque no cuestionan de una manera crítica a las estructuras de poder imperantes en la sociedad sino que las refuerzan y legitiman.

Además, el reafirmar una identidad bisexual fagocitando, pisando y ninguneando otras identidades plurisexuales como hace el activismo liberal bisexual identitario no me parece en absoluto una estrategia buena, como tampoco me parece que sea mi activismo un activismo que de una manera impositiva y cuadriculada encasille a las personas bisexuales de una manera X sin dejarles la posibilidad de cambiar. Yo no quiero ser SIEMPRE bisexual u otra identidad sexual, quiero tener el derecho y la libertad de ser lo que sienta/quiera y que se me respete por ello. Por esto necesito liberarme del monosexismo perpetuado por ciertas personas monosexuales y también del activismo bisexual liberal que, siguiéndole el juego al monosexismo, y con una retórica de tolerancia, paternalismo y solidaridad  nos asfixia y nos constriñe no ya como bisexuales sino como personas.

Miguel Obradors                                                              











viernes, 27 de junio de 2014

ÉL

Se oye “él” en la sala. La mirada se dirige hacia mi. No puedo evitar sentirme sorprendido ante la interpelación mientras intento situarme y entender el espacio en el que acabo de aterrizar, el espacio en el que voy a pasar un rato esa tarde. “Él” oigo de nuevo, vuelvo a ser interpelado, pero esta vez la sorpresa se convierte en malestar.

Malestar a causa de las circunstancias en las que me encuentro. No estoy de visita en COGAM, COLEGAS, ARCOPOLI u otra organización institucionalizada LGTB, donde esa interpelación me la podría esperar.  Me encuentro en un espacio que se entiende a sí mismo como queer, me encuentro en la asamblea Transmaricabollo del 15 M.

Uno de los pilares principales de toda política queer es el lema “no presupongas nada”, es decir no asignes géneros, sexos, razas, orientaciones sexuales ETC a las personas a partir de cómo tú las leas. Respeta el derecho de autodefinirse de cada persona.

Pero ese derecho parece ser que no es tenido en cuenta en una asamblea donde el género es directamente leído y asignado. Un género nunca se asigna de una manera aislada sino que con él va unida toda una cadena de equivalencias en la cual podríamos incluir unos privilegios de los cuales se presupone que se es beneficiarie y unas expectativas a partir de las cuales se es escuchade.

Tras ser interpelado ya dos veces, cual perro de Pavlov que oye una campanilla, pongo automáticamente en funcionamiento el autopiloto de mi doble conciencia.

Las personas que sufrimos monosexismo somos muy lamarckistas ya que como método de supervivencia desarrollamos facultades para defendernos de toda la opresión simbólica que vivimos. Concretamente, esa doble conciencia a la cual me refiero no quiere decir otra cosa que, a parte de entendernos a nosotras a través de nuestros propios parámetros definidos por nosotras mismas, también hemos de entendernos en función de los parámetros por los cuales se nos heterodesigna y cosifica. Siempre hemos de tener en cuenta la mente opresora que nos observa y juzga como panóptico carcelario.

Cuando “él” recibe el turno de palabra, hago una pregunta sobre un proyecto presentado que admiro ya que me parece fantástico y posibilitador de nuevas líneas de fuga que ayudan a minar el sistema heteropatriarcal. Sin embargo, mi pregunta también es crítica, crítica desde la humildad o si lo preferís, crítica desde la ignorancia de no conocer el funcionamiento de un discurso que siempre me ha parecido de un carácter completamente oximorónico y es el de elaborar un sincretismo de política identitaria LGT con política queer. En otras palabras, ¿qué dimensión transgresora orientada a la praxis podríamos ver que ofrece una acción política transmaricabollo y desde qué estructuras de poder como ejes de referencia?

Mi duda está formada desde una perspectiva de un discurso diferente que el de las personas con las que comparto espacio, ya que está formada desde un discurso dominado por el inglés y el Danés, que son los idiomas que yo suelo usar en mi comunidad queer y que hacen que lo que nos rodea lo pensemos de otra manera.

En Inglés tenemos el término “Faggot” que en Danés se dice “Bøsse”  y en Castellano “Marica” o “Puto”  dependiendo de en qué lado del océano estés. Todos estos términos son injurias reapropiadas como forma de empoderamiento contra el heterosexismo. También tenemos en Inglés el término “Dyke” que en Danés se dice “Lebbe” y en Castellano Bollo o Torta dependiendo de en qué lado del océano estés. Este término sigue la misma lógica de injuria reapropiada en todos estos idiomas.

Muches de nosotres hemos oído sobre las bolleras “Dykes on Bikes”, también otres sobre las bolleras del grupo BDSM de Samois y quizá algunes también del movimiento marica de los setenta llamado “Bøssernes Bevægelsesfront” ( Frente de Liberación Marica) en Escandinavia. Dentro del estado español tenemos los referentes de LSD y la Radical Gai. Todos estos movimientos, pese a ser transgresores y subversivos del orden establecido poniendo todos nuestros presupuestos heteropatriarcales en una montaña rusa y haciéndolos saltar por los aires, no son movimientos que puedan considerarse queer ya que en la base de los mismos hay un sustrato y una lógica identitaria. Por ejemplo, una línea muy importante del movimiento dyke está basado en el feminismo radical que no es un feminismo que sea “radical”, sino que la corriente misma se llama “feminismo radical” como también hay el “feminismo liberal” o el “transfeminismo”, por citar otros ejemplos paradigmáticos. Uno de los exponentes más significativos del feminismo radical es el manifiesto S.C.U.M de Valerie Solanas que en absoluto puede se considerado un manifiesto queer, entre otras cosas porque es completamente cisexista. Aun así, el manifiesto tiene su validez dentro de un discurso transgresor del orden heteropatriarcal o, al menos, de ciertos aspectos del mismo. Valerie Solanas empieza S.C.U.M de la siguiente manera:

“Vivir en esta sociedad significa, con suerte, morir de aburrimiento; nada concierne a las mujeres; pero, a las dotadas de una mente cívica, de sentido de la responsabilidad y de la búsqueda de emociones, les queda una – sólo una única – posibilidad: destruir el gobierno, eliminar el sistema monetario, instaurar la automatización total y destruir al sexo masculino”.

Con ello quiero decir que hay discursos de izquierdas radicales que luchan contra el sistema opresivo que afecta a muchas personas, pero no necesariamente por eso estos discursos son queer, de hecho los movimientos faggot, dyke y queer son movimientos que llegan en algunos casos a constituir acciones políticas que están enfrentadas desde el antagonismo.

El movimiento queer es un movimiento político que combate a través de herramientas de lucha anarquistas las estructuras de opresión ( todos esos ismos) que apestan nuestra existencia así como las normas y privilegios derivados de las mismas. Si los movimientos identitarios parten de identidades y de la discriminación que sufren esas identidades, una perspectiva queer parte de un análisis deconstructivista de las estructuras de poder y de la manera que nos subjetivan y/o subalternan. Es decir, las identidades no preceden a las estructuras de poder dentro de una perspectiva queer sino que son constituidas mediante las mismas.

Por ejemplo, si una perspectiva identitaria parte del racismo que sufren las personas “negras”, “gitanas” u otras identidades que han sido objeto de discriminación racial, una perspectiva queer tiene en cuenta cómo el sistema de opresión de hegemonía blanca racializa a las personas en diferentes razas en relación a unas normas a través de las cuales a ciertas personas se privilegia y a otras se oprime a través de violencia, marginación, explotación, imperialismo cultural y desempoderamiento.

Por ello, no es que tengamos una raza en sí sino que somos racializades. Por ejemplo, yo tengo privilegios blancos en el estado español mientras que en Escandinavia ( porque la norma que prima es el arianismo) se me lee como persona de color y por ende se me subalterniza racialmente. Mi raza, o mejor dicho mi racialización, es contextual y no puedo decir que “sea” blanco o de color de una manera absoluta. Sobre todo esto hay un blog super interesante que se llama http://perkerendk.blogspot.com.es y que recomiendo leer.

Me gustaría decir que soy consciente de toda la violencia que vivimos de la lengua inglesa y la necesidad de crear términos en nuestras propias lenguas, partiendo de nuestras propias experiencias vitales para combatir lo problemático y enajenante que es utilizar términos que responden, entre otras cosas, a una acción global de Macdonalización – Cocalización sin ningún tipo escrúpulos. Aquí expreso mi solidaridad.

Sin embargo, lo que traté de entender con mi pregunta hecha en ese espacio sobre la relación entre lo queer y lo identitario es si pese a que “transmaricabollo” en principio a nivel de significante tiene connotaciones esencialistas si a nivel de un significado orientado a una praxis política podría posibilitar una estrategia queer pensada desde nuestras propias circunstancias socio-históricas.

La conclusión a la que llegué es que no.

Mi impresión es que muchas personas que participan en el movimiento transmaricabollo han malentendido completamente lo que es una lucha queer.

Una de las personas asistentes a este encuentro me explicó el porqué se llama asamblea transmaricabollo esta asamblea del 15 M. La respuesta fue la siguiente:

Trans por las personas transgénero, transexuales pero también por un sentido de transversalidad  ( y creo que también) transgresión.

Marica y Bollo por las personas maricas y bolleras, porque marica y bollo son injurias reapropiadas.

Concretamente esta persona se refirió a la crítica que las personas bisexuales han hecho de esta decisión y uno de los argumentos esgrimidos en su defensa es que no se pueden incluir a todas las identidades subalternizadas, en concreto se mencionó a las putas.

Sin embargo este argumento es completamente falaz. “Transmaricabollo” no es otra cosa que un “copiar y pegar” de LGTB quitándose a la B de en medio, porque el uso del lenguaje y las acciones derivadas de esta lucha no son en absoluto transversales, todo lo contrario; la asamblea transmaricabollo reproduce exactamente la misma lógica cishomonormativa que domina en asociaciones LGTB institucionalizadas.

Al preguntar a las 30 personas presentes ( si quisiesen responder) cual de ellas se identificaba como transexual, ninguna de ellas levantó la mano, lo cual quería decir que ese espacio era completamente cisexual ( si bien no necesariamente cisgénero).  De este espacio cisexual se desprenden consignas tales como “la transexualidad es una maravilla” o acciones “por el placer de ser trans” totalmente criticadas por activistas transexuales como Ainara Ruiz. Practicamente todas las personas transexuales que conozco no quieren participar en esta asamblea y critican una práctica muy extendida que también ocurre en todos los ambientes cishomonormativos que es la exotificación, el tokenismo o cosificación junto a una apropiación de una lucha transexual por parte de personas con privilegios cisexuales.

Como estrategia contraargumentativa se me hizo saber que sí que había personas transgénero presentes, pero eso no puede servir de justificación en ningún caso cuando esta asamblea coordina acciones centradas concretamente en la transexualidad.

Por otro lado si “trans” se entiende como término polisémico incluyéndose bajo el término nociones tan dispares como la transexualidad o la transversalidad lo que hay que hacer es usar la forma de escribir esta polisemia tal y como lo hacen las personas trans involucradas en movimientos de izquierda que es con un asterisco “trans*” ( Trans*maricabollo).

También se me hizo saber en un momento que personas cisexuales perfectamente podían orquestar una agenda trans como acción política solidaria. Se mencionó como ejemplo que no hace falta ser puta para estar en contra del hetairismo ( no se dijo exactamente con estas palabras). Lo que falla en este razonamiento es que cuando une es aliade se tiene que mantener en segunda fila apoyando y no en primera fila cobrando protagonismo y estableciendo una agenda que no le pertenece ya que de esta manera está haciendo un ejercicio condescendiente y paternalista de dominación.

No obstante, la cishomonormatividad tiene un doble filo. Por un lado exotifica a las personas transexuales y por otro lado erradica a las personas bisexuales de tal manera que las personas bisexuales sólamente podemos acceder a la visibilidad a través de códigos mononormativos y el famoso privilegio heterosexual.

Concretamente, la erradicación de la bisexualidad a causa del monosexismo es la razón principal por la cual no hay una injuria conocida hacia las personas bisexuales porque ni siquiera existimos como categoría pensable de una manera autónoma. La injuria como vía privilegiada para acceder  a un reconocimiento no es otra cosa que una reproducción de una visión cishomonormativa y monosexista que se proyecta en las personas bisexuales y nos condena perpetuamente a la zona del “no ser”, de lo inconcebible, lo impensable.

A parte de la violencia cishomonormativa legitimada en ese espacio llamado “queer” percibí así mismo una serie de microviolencias por parte de algunas personas. Una de ellas fue el hacer una clara distinción entre yo y elles, donde yo decía una cosa y la asamblea defendía otra postura que ya se había debatido.

Los espacios queer que son coherentes con el anarquismo parten de un enfoque autogestionado donde todas las personas sean nuevas o ya hayan participado en diferentes asambleas pertenecen plenamente al grupo en igual de condiciones. Sin embargo, parece ser que esa no es la aproximación elegida en tal asamblea donde claramente hay visitantes y personas que pertenecen al núcleo duro de la misma.

Otra incoherencia más es cuando estaba hablando y se me interrumpió con un “ya lo sabemos no hace falta que lo repitas”. Ese plural mayestático donde una persona se pronuncia en nombre de todas las demás para ejercer una coacción es también una estrategia muy extraña dentro de un espacio que se identifica como queer.

Ante todas mis dudas sobre el carácter queer de tal espacio y mi insistencia por una aclaración sobre su perspectiva interseccional donde diferentes estructuras de poder ( monosexismo, cisexismo, heterosexismo, racismo, edadismo, capacitismo etc) sean tenidas en cuenta, se me dijo que “lo queer será interseccional o no será”.

La falta absoluta de una conciencia interseccional en tal asamblea a favor a una vertebración de una acción política unidireccional que parte de un eje “heteropatriarcal” me hace pensar que pese a toda la buena voluntad e indignación en favor a un mundo más respirable que esas personas vibraban, la realidad es que las estructuras de poder están en todas partes y las reproducimos inconscientemente, también en espacios políticos con intenciones subversivas y transgresoras de izquierdas. No por llamar a un espacio “anti-lo que sea” quiere decir que automáticamente se busque una cura contra todo el lavado de cerebro bajo el cual nos han indoctrinado desde nada más nacer, parece, creo, bastante de cajón.

Uno de los argumentos esgrimidos para defender el carácter queer de la asamblea transmaricabollo fue que, mientras la FELGTB y fundación triángulo fueron a una reunión con el nuevo rey de l*s español*s monárquic*s la asamblea transmaricabollo nunca lo haría. Pero el no reconocer la monarquía o estar en contra de los poderes simbólicos y fácticos del estado opresor no es necesariamente queer y me remito a las diferencias que mencioné antes sobre faggot, dyke y queer.

Por último me di cuenta de que el género utilizado por defecto al expresarse verbalmente en la asamblea es el femenino el cual yo también usé por respeto al espacio donde estaba. Sin embargo, personas genderqueer suelen preferir el género neutro con terminaciones en E y hombres transexuales el masculino con terminaciones en O. Si bien el uso del femenino es una herramienta para luchar contra la opresión heteropatriarcal la imposición de un femenino a todo el mundo por personas cisexuales es claramente una acción cisexista que deriva en transfóbia y genderqueerfóbia, lo cual tampoco tiene nada que ver con una política queer sino que está más enfocada en la línea del feminismo radical.

Total, que yo deseo que esta asamblea continue con acciones de todo tipo y discusiones que ayuden a descolonizar el pensamiento como está haciendo hasta ahora. Considero que es un centro de activismo importante y un referente para muchas personas que lo necesita, no tengo ninguna duda de ello. Sin embargo, no considero que sea un espacio queer más allá de la voluntad y, en cierta manera, agradezco que no incluyan a la bisexualidad en una estructura tan sumamente monosexista y opresora para ciertos grupos subalternizados, aunque esa opresión, a la cual me estoy refiriendo, soy consciente de que no siempre se produce de una manera intencionada ya que la hegemonía del poder transciende toda agencia humana.