- Dos modelos diferentes de activismo bisexual dentro del estado
español -
Aviso de seguridad: Texto
escrito en masculino como genérico
Sería totalmente incongruente y reduccionista
el pensar que el activismo bisexual es monolítico y uniforme. Dentro del
activismo bisexual, como dentro de cualquier tipo de activismo, podemos ver
diferentes tipos de ideologías y tradiciones que en algunos puntos se pueden
llegar a solapar pero también enfrentar, por ello es necesario entender el
activismo bisexual no desde una perspectiva de uniformidad y armonía sino
desde una perspectiva de lucha y cambio, también internos.
A la conclusión que he llegado después de
tantos años de activismo, es que una de las causas principales por las cuales
seguimos discutiendo en círculo temas que afectan a las personas bisexuales,
desde hace muchísimos años, es que el activismo bisexual liberal ( o de la
tolerancia) es y ha sido coparticipe de la reafirmación y reproducción de un
sistema estructural monosexista.
Las élites que están dentro del activismo
bisexual institucionalizado han sabido muy bien interiorizar y reproducir un
discurso monosexista para así poder ser reconocidas y aceptadas por el poder factico
mononormativizante. El monosexismo, como todas las estructuras de poder, al
convertirse en “sentido común” ha podido ser referente incuestionado de una agenda monosexista enmascarada
de múltiples formas.
En diferentes organizaciones, grupos y
proyectos donde he estado involucrado me he dado cuenta de que las primeras en
ponerte la mordaza y boicotearte han sido aquellas personas bisexuales que han
tenido intereses específicos invertidos en los contextos que he mencionado o aquellas
que no han llegado a un análisis elaborado de las causas y efectos del monosexismo,
lo cual no les ha inhibido en absoluto, sus ansias de ocupar posiciones de
poder desde la incompetencia más absoluta. En la mayoría de los casos estas dos
posturas, intereses personales y falta de entendimiento de cómo funciona el
monosexismo, se entremezclan.
La gran activista bisexual Elena Marcos en su
elocuente charla sobre activismo bisexual bajo el epígrafe “Bisexualidades: realidades (des)legitimadas en el espacio público” ( UAM 2012) hizo una analogía muy iluminadora a través de la cual
explicó que no es lo mismo ser bisexual que activista crítico bisexual, como no
es lo mismo ser mujer que mujer feminista. Alguien se imagina a Ana Botella y
Esperanza Aguirre como cabezas de alguna organización feminista? Pues exactamente
ese es el problema que veo dentro del activismo bisexual liberal a Ana Botella
dirigiendo organizaciones feministas y poniendo la zancadilla a todas las personas
feministas que se ponen a su paso, mientras que sus compañeros varones de
organización la vitorean y se enorgullecen de pertenecer a una asociación feminista
y que vela por los intereses de las mujeres.
Entre todas las calamidades del activismo
liberal bisexual, las más penosa de todas es la que aúna políticas liberales
con políticas identitarias y olvida que el problema principal está en un plano
estructural más que en un plano identitari, siendo el segundo consecuencia del
primero. La falta de reconocimiento de las personas bisexuales se debe al
monosexismo pero no por reafirmar una identidad bisexual se rompe,
necesariamente, el monosexismo como no por reafirmar una identidad homosexual
se rompe, necesariamente, con la homofobia. Como ejemplo paradigmático tenemos
toda la basura esparcida por el Pink Wash o el capitalismo rosa.
Por ello, creo que el activismo identitario
puede ser muy peligroso y contraproducente hacia las propias personas
bisexuales si es gestionado de una manera mala y desde la arrogancia del poder
hegemónico.
En un contexto LGTB, uno de los errores más
corrosivos que he visto en diferentes organizaciones ha sido la idea de falsa
solidaridad. Es decir, la idea de una solidaridad unidireccional que no es
entendida desde una perspectiva de reciprocidad. Ante tal panorama, las
personas con privilegios monosexuales sí pueden expresarse o cometer acciones
invasivas u opresoras hacia las personas bisexuales bajo el amparo de la
perpetua ignorancia, mientras que a las personas bisexuales se las exige ser
solidarias y comprensivas y, sobre todo, no expresarse de una manera poco
cortés que rompa con las expectativas de las reglas del juego de clase media
que reinan dentro de la mayoría de los contextos LGTB. No alces la voz, no
digas improperios, sé empático etc. Esta presión he visto que es perpetuada por
personas monosexuales y por personas bisexuales que no quieren romper el buen
rollito con el sistema de patronazgo monosexual donde el gamonalismo y
clientelismo florecen. Todo ello lleva a políticas de dependencia donde se
presupone que el oprimido ha de educar al opresor y comerse toda la mierda que
al opresor se le ocurra soltar. “Paso a paso”, sé tolerante, ten paciencia…. Y así pasan las horas los días
y las décadas. Hasta que las personas se queman. Curiosamente las personas que
más se queman son las personas que llevan a cabo activismos críticos ya que
aquellas que llevan a cabo activismo de corte liberal siguen, sin problema, “al pie del cañón” o, más bien, colgadas de la
parra necesitando más ellas mismas el activismo que el activismo a ellas. Un
texto muy interesante y conmovedor al respecto ha sido publicado recientemente
por el gran activista Josito Cabrera en su blog “ La Radical Bi”.
Sin embargo, el activismo liberal bisexual no
actúa simplemente por intereses personales, también puede partir de la idea de
que la sociedad es buena y que simplemente hay que educarla para que nos acepte
como somos. Es decir, el activismo liberal bisexual no es simplemente egoísta,
también es profundamente ignorante. Dentro de esta idea defendida por el
activismo bisexual liberal hay una falta absoluta de un análisis estructural de
cómo las estructuras de poder se retroalimentan y legitiman en la sociedad y cómo
nosotros, como parte de la sociedad, somos copartícipes de las mismas. El
monosexismo, como estructura de poder, estructura a la sociedad, es decir, el
monosexismo ( junto a todas las demás estructuras de poder) es condición de
posibilidad de la sociedad, es causa y no efecto de la misma. Desde esta visión
puedo afirmar que el monosexismo es inherente e inseparable a todas las normas,
valores, símbolos y narrativas que tenemos en la sociedad y por ello lo
reproducimos de una manera inconsciente. Por ello se podría decir que la fuerza
del monosexismo no es intencional sino funcional. En relación con esta idea está
el activismo radical bisexual que defiende la idea de que la sociedad misma es
el problema y para cambiar las cosas hace falta una revolución, como expresa
Siri Eisner en “Notas para una revolución
Bisexual”.
Volviendo a España, la autora, Isabel Portero,
ha planteado un modelo de la sexualidad humana donde podemos ver que nuestras
orientaciones sexuales responden a una narrativa donde las identidades sexuales
llegan a ser aquello con lo que nos identificamos en un momento dado de
nuestras vidas no siendo, en absoluto, una taxonamía congénita que nos acompaña
de una manera errática a lo largo de nuestras vidas.
Esta teoría de Portero es apoyada por la
mayoría de las teorías progresistas de corte constructivista que abogan por un
enfoque más basado en procesos de subjetivación que en encasillarnos en
cárceles sin puertas ni ventanas véase Foucault, Butler, Bared, Braidotti, Ahmed y tantos otros.
Dentro del activismo crítico bisexual en
España podemos ver contribuciones extraordinarias en esta misma línea que crean
una especie de conjunto epistemológico que puede servir de un referente común.
Así, el activista Xurxo Magaz desde una perspectiva anti - identitaria dio
completamente la vuelta al foco epistemológico dentro de los estudios sobre bisexualidad
al defender en su ponencia con Elena Marcos en el 2012 que los puntos nodales
de unión del activismo bisexual deberían estar basados en un sentimiento común
de opresión más que en una construcción identitaria ontológico-esencialista
sobre el ser bisexual. Es decir, lo importante no es el reivindicar una
identidad bisexual unívoca y universal sino el pensarnos a través de una
opresión común caracterizada por el monosexismo, sus intersecciones y sus
formas de subjetivación.
En el “agón” entre el activismo crítico bisexual y el activismo liberal yo me sitúo
dentro del activismo crítico, al cual también denomino activismo queer ya que
no entiendo “queer” como una identidad sino como una ideología contra la opresión
estructural sexo-genérica/de orientación sexual y sus intersecciones. El
activismo crítico bisexual suele ser menos visible que el liberal porque se
mueve en otros ambientes totalmente distintos. Así la asamblea Transmaricabollo
del 15 M no se ha topado en sus enfrentamientos con activistas bisexuales
liberales sino con activistas bisexuales críticos que han cuestionado el
monosexismo en el cual está embadurnada toda esta asamblea desde sus orígenes y
que de una manera fétida la acompaña cual sombra. De la misma manera podemos
ver en fanzines de corte anarquista como el R.E.I.N ( Revista Extraordinaria
Invertida Naúfraga Anti Todo) textos referenciales para el movimiento bisexual
crítico como el “Manifiesto Bicioso” escrito por Mia Farrow Biciosa y Mononoke o los blogs “Reflexiones Degeneradas” , “Puta Enfermera”, “Étika tomate”, “Ni Queer ni LGTB” ( Lille Skvat), aBIrtzaladas,
el ya mencionado “ La Radical Bi” , “Cuestiones Genéricas” y tantos otros.
Según mis experiencias, el activismo crítico
bisexual está bastante presente dentro del estado español, mientras que en la
mayoría de los demás países europeos reina el liberal, quizá con la excepción
de Polonia y el Reino unido. Sin embargo
el activismo bisexual liberal también está presente dentro del estado español.
Por ejemplo, sectores dentro del activismo
bisexual liberal han celebrado recientemente que un tal Travis Mamone en un artículo
sobre dos entrevistas concedidas al actor Alan Cumming y la actriz Anna Paquin
( serie True Blood) deja claro que “el casarse con una persona de género
contrario no anula tu bisexualidad”. La cita y el interés por la
misma me deja perplejo, sobre todo al estar seguida de una defensa apologética
del ser “siempre” bisexual.
Aun entendiendo que, en un determinado
momento, haya la necesidad de reafirmar una identidad que es negada y/o
eliminada como lo es la identidad bisexual, creo que a partir de un momento el
hacer un activismo que celebra con confeti y piñata que “existimos” o que nuestra orientación
sexual no cambia por nuestro estado marital trivializa la lucha contra el
monosexismo y todos los problemas estructurales que sufrimos. Tal tipo de activismo
lo entiendo en la línea del activismo que usa esloganes “somos normales”, “no somos promiscuos” y tantos que para mi resultan
tan vomitivos como problemáticos porque no cuestionan de una manera crítica a
las estructuras de poder imperantes en la sociedad sino que las refuerzan y
legitiman.
Además, el reafirmar una identidad “bisexual” fagocitando, pisando y
ninguneando otras identidades plurisexuales como hace el activismo liberal
bisexual identitario no me parece en absoluto una estrategia buena, como
tampoco me parece que sea mi activismo un activismo que de una manera
impositiva y cuadriculada encasille a las personas bisexuales de una manera X
sin dejarles la posibilidad de cambiar. Yo no quiero ser SIEMPRE bisexual u
otra identidad sexual, quiero tener el derecho y la libertad de ser lo que sienta/quiera
y que se me respete por ello. Por esto necesito liberarme del monosexismo
perpetuado por ciertas personas monosexuales y también del activismo
bisexual liberal que, siguiéndole el juego al monosexismo, y con una retórica de tolerancia, paternalismo y solidaridad nos asfixia y nos constriñe no ya
como bisexuales sino como personas.
Miguel Obradors
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