Estamos aquí, somos visibles,
existimos, no estamos en una fase, somos 100% bisexuales….. ¿Por qué se da
tanto énfasis e importancia a la
presencia dentro del activismo bisexual? En este texto voy a tratar de
responder a esta pregunta desde un enfoque heterodoxo respecto a cómo ha sido respondida
dentro de los Estudios sobre Bisexualidad ( Bisexual Studies).
Por un lado, el activismo
bisexual se centra tanto en re-presentar la bisexualidad debido a la erradicación
estructural que sufre la bisexualidad, como el resto de las plurisexualidades,
a causa del monosexismo. Visibilidad y re-presentación equivaldría a demostrar
la existencia de la bisexualidad y de las personas bisexuales. El deseo/empeño
de permanecer viviendo ( el conato de Spinoza) y sin sufrimiento es algo que la
mayoría de los seres humanos compartimos con los animales. Siendo nuestra
subjetividad afectivo-romántico-sexual un elemento básico que constituye
nuestro ser y siendo el ser humano un ser que se constituye a través de
colectividades, resulta bastante evidente que el reconocimiento de les otres hacia
nuestra subjetividad afectivo-romántico-sexual tiene un papel fundamental a la
hora de crear un proyecto vital pleno y en colectividad.
Por otro lado, hay que tener en
cuenta que este proyecto vital se construye en una sociedad estructurada por
ciertas dinámicas de poder, las cuales son fundamento de la sociedad misma y no
pueden ser transgredidas sin una ruptura contra la sociedad. En estas
dinámicas de poder hay diferentes niveles, uno de ellos es el nivel
epistemológico que tiene que ver con lo que conocemos y el porqué lo conocemos,
desde qué criterios de inteligibilidad, lógicas y valores.
El positivismo suele ser la norma
epistemológica aceptada por defecto, siendo todo lo demás cuestionado desde
presupuestos positivistas. El positivismo parte de un lógica binaria y unívoca,
binaria porque separa los objetos de los sujetos entendiéndolos como
independientes entre sí y unívoca porque trabaja con un único criterio de
verdad. Esta verdad puede ser aprehendida de una manera objetiva a través del
raciocinio deductivo o lo que les positivistas entienden como el “método
científico” ( inductivo). Les positivistas entienden el mundo como
cuantificable y medible y reductible a ciertas leyes “científicas”. Les
positivistas también entienden el tiempo como teleológico, es decir, que va de
menos a más, de peor a mejor gracias al “progreso”, generalmente proporcionado
por “la ciencia”, que dicho en singular no es otra cosa que una ideología. Lo que olvidan les positivistas es que esta
idea de “progreso” no es otra cosa que una reproducción discursiva de la
escatología de las religiones de la salvación, como tantos otros presupuestos positivistas que lo que hacen es perpetuar antiguos prejuicios incuestionados.
También desde el positivismo se considera
el saber occidental como neutro y el no occidental como sesgado, así como se considera
que los varones o les heterosexuales pueden producir un saber menos subjetivo
que las personas que no son varones o que las personas que no son
heterosexuales, precisamente porque desde el positivismo se asimila la norma
hegemónica con la neutralidad, se asimila el poder con el saber.
Pintado de esta manera parece que
el positivismo es algo penoso, pero lo que considero importante que no hay
que olvidar es que el positivismo es el paradigma epistemológico hegemónico,
siendo la mayoría de las personas, conscientes de ello o no, positivistas y
coparticipes del mismo ya que el positivismo, antes que nada, es una actividad.
El positivismo al reconocer principalmente lo cuantificable y medible, suele desdeñar la dimensión simbólica de
valores, normas y vivencias si no es como medio para crear algo cuantificable y medible. Dentro del activismo LGTB normativo, un delito de
odio es medido casi siempre por su grado de visibilidad ( o presencia), por
ello desde el positivismo es difícil argumentar que la bifobia sea un problema
real ya que aunque la discriminación directa exista contra las personas
bisexuales, la discriminación indirecta y la opresión simbólico-estructural tienen un efecto tan devastador como poco reconocido. “ Las personas bisexuales no estáis oprimidas porque no
hay un insulto hacia vosotras” es una muletilla positivista que también se oye en
contextos autoproclamados transfeministas.
El valorar la presencia de esta
manera tan dogmática en relación con la ausencia tiene un nombre en filosofía
que es el de la “metafísica de la presencia” que privilegia aquello que “está
delante”, o Vorhandensein en terminología de Heidegger, a aquello que está
ausente. Pero la ausencia también tiene existencia, por ello la metafísica de
la presencia confunde la existencia con el Vorhandensein. Es importante no caer en esta trampa.
Dentro del activismo bisexual se
ha intentado crear visibilidad no sólo de la bisexualidad sino de otras
identidades plurisexuales a través del “paraguas bisexual”, que establece un
sistema jerárquico y cerrado de categorías plurisexuales que pueden ser elegidas,
siendo la bisexualidad el hiperónimo de todas ellas. Obviamente este paraguas
convence, sobre todo, a las personas bisexuales que ven en la pluralidad una
amenaza mientras que las personas que se identifican como pansexuales,
omnisexuales u skoliosexuales ven este paraguas como una imposición desde la
binormatividad.
“ Presencia” es una palabra que
viene del latín “prae-esse” mientras que “ausencia” es una palabra similar
formada con un prefijo diferente “ab-esse”. La confusión viene en entender lo”
presente” (es decir lo que se muestra, lo que se pone delante) como lo
existente cuando en realidad desde un punto de vista vitalista la existencia
precedería a la presencia. Lo interesante, entonces, desde una perspectiva
crítica, no es tanto empecinarse con la metafísica de la presencia de lo
medible, lo cuantificable, lo definible, lo categorizable, sino las causas y
los procesos por los cuales la ausencia se ha impuesto a la presencia,
cobrando, de esta manera, el análisis un carácter genealógico, del origen de
las cosas. Esta genealogía dentro de un activismo crítico bisexual nos aleja de la política identitaria para llevarnos a un análisis del monosexismo.
Y es allí donde creo que un
activismo crítico bisexual ha de centrarse, en la ausencia misma, en sus causas
y en sus consecuencias porque mientras que no las tengamos en cuenta y ganemos
una conciencia colectiva de las mismas todo activismo bisexual orientado a la
presencia y a reforzar la presencia establecerá una presencia a partir de las
prerrogativas del paradigma monosexista existente y de sus criterios de inteligibilidad
aceptados independientente de la cantidad de los significantes usados; siendo todo acto de visibilidad bisexual a la larga una forma más de
legitimar y perpetuar un sistema monosexual donde podremos encontrar cierto cobijo
pero nunca emancipación.
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